sexta-feira, 28 de maio de 2010

LOS JUDIOS DE LA DIÁSPORA Y EL HELENISMO

Los judíos de la diáspora y el helenismo

El judaísmo de la diáspora es un fenómeno muy importante. En tiempos del Nuevo
Testamento los judíos residentes en el extranjero, frecuentemente desde hacía siglos, eran mucho más numerosos que los mismos judíos de Israel, como ocurre también hoy. En tiempo de Octavio Augusto se habla de una población judía, dentro del imperio romano, de unos cuatro millones y medio de judíos, de los que en Israel no había más de un millón.


El judaísmo se encontraba en contacto directo con la
cultura helenística y el influjo de la filosofía griega se deja
sentir en el campo religioso; el judaísmo de la diáspora insiste
menos en los aspectos culturales y mucho más en los éticos y
morales. Elementos típicamente judíos como el templo, el
culto, el sacerdocio y las prácticas rituales ven muy reducida su
importancia en relación con el contenido moral, que coloca al
judaísmo en un nivel ético superior respecto al paganismo.







La gran fuerza moral del judaísmo ejercía efectivamente
una cierta influencia en el paganismo. Muchos paganos
solicitaban entrar en el judaísmo corno prosélitos; aunque no
circuncidados, y por tanto no del todo incorporados al pueblo
judío, estos "temerosos de Dios" observaban los preceptos
fundamentales de la Torá y participaban en la vida de la
sinagoga. El centurión Cornelio, protagonista de He 10, es
ciertamente uno de ellos.


Sin embargo, el modo de vivir judío provocaba a
menudo tensiones y choques, que podían terminar incluso en
verdaderas persecuciones. El hecho de considerarse de algún
modo separados del resto de la sociedad, de proclamar una fe
superior a las restantes, de vivir según leyes rígidamente
observadas y en el fondo extrañas, al menos a los ojos de un
pagano, suscitaban sentimientos de sospecha y hostilidad. Sin
embargo, bajo el imperio romano los judíos gozaban de una
autonomía bastante amplia, especialmente en el campo
religioso, si bien a nivel popular no gozaban de buena fama,
corno lo atestiguan las persecuciones ocurridas durante el breve
reinado de Calígula (37-41 d.C.).








El edicto del emperador Claudio, dirigido a los ciudadanos de Alejandría en el 41 d.C., exhorta a no cuestionar el derecho de los judíos a su libertad religiosa y al mantenimiento de sus costumbres, e invita a la "comprensión y amistad recíproca".
Sin embargo, el mismo Claudio expulsó a los judíos de Roma a consecuencia de motines antijudíos (el hecho se recuerda en He 18,1-4).

(FUENTE: C.E.T. TENERIFE SEMINARIO DIOCESANO LA LAGUNA – INSTITUTO SUPERIOR SAN AUGUSTÍN)

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